Cada día estoy más orgullosa de mis compañeras de senderismo y espero que sea por muchos años.
Esta mañana a las 9.30 horas hemos salido de la plaza de la iglesia con temperatura agradable, sol y una ligera brisa de maestral , con neblina que ha empapado a las plantas de rocío y les sirve para beber.
Es una pena que no se reflejen en las fotos el brillo del agua en las plantas. Aconsejo que se vea al natural.
Salimos por el puente de la autovía que nos lleva a las Jordanas.
Es una mañana fastidiosa. Cuando llegamos a la casa del pino, a mitad de camino de las Jordanas, a la izquierda y casi caída, empiezan los mosquitos a presentarse.
Ya sabéis cómo se presentan dichos insectos: picando.
Seguimos para las Jordanas y nos extraña que las casas tengan las ventanas y puertas cerradas a las 10 de la mañana.
No nos debe extrañar cuando un poco más adelante, las nubes de mosquitos nos acompañan.
Decidimos ir por la casita de papel ( también caída) y los mosquitos nos quieren mucho.
Llevamos la ropa llena pero afortunadamente no traspasan el tejido pero en los brazos , cara y la cabeza la llevamos con ellos que parecen parte de nuestro atuendo.
Intentamos pasar ese trozo lo antes posible para llegar a la parada de los autobuses de Calblanque.
Afortunadamente, hay una ligera brisa y los mosquitos nos respetan.
Sacamos nuestro particular almuerzo de esta mañana en unos bancos de madera que también nos sirven de mesa y a la sombra.
Yo lleva de barras de pan. Fulgencia el aceite, Pepita Martínez el tomate triturado, Fina el jamón.
Bocadillos para todas. Una exquisited a las 11 de la mañana.
Flori lleva mandarinas recién cogidas de su padre.
Antonia lleva limonchelo y Pepita Muñoz unos rollitos.
El almuerzo es lo mejor de la mañana pensando en el trauma con los dichosos mosquitos que parece que ahora que los estoy nombrando, noto sus picaduras.
Seguimos caminando hacia los Belones por la carretera de servicio y vemos un laberinto.
Desconocemos el autor y lo que significa.
El laberinto de hoy está entre el puente de la autovía al Mar de Cristal y el Cabezo Negro.
El recorrido ha sido suave pero la subida a las Jordanas no nos ha gustado mucho por los insectos innombrables,
Antonia y yo, hoy llevamos delantera. No queremos esa compañía tan desagradable.Cuando nos adelantamos demasiado, buscamos un confortable asiento, ja ja, y esperamos al grupo.
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